El ingeniero francés Gustave Eiffel (Dijon, 1832 - París,
1923) presentó primero su proyecto de torre a los responsables del Ayuntamiento
de Barcelona, para que se construyera en esta ciudad con motivo de la
Exposición Universal de Barcelona (1888), pero a los responsables del
ayuntamiento barcelonés les pareció una construcción extraña, y cara, que no
encajaría en la ciudad. Tras la negativa del consistorio barcelonés, Eiffel,
presentó su proyecto a los responsables de la Exposición Universal de París,
donde se erigiría un año más tarde, en 1889. Éstos aceptaron construir la
torre, pese a que en principio pensaron que la tendrían que desmontar una vez
acabada la exposición. Sólo la voluntad popular evitó que se derribase.
Cuando fue construida era el monumento más alto del mundo,
con 300 metros de altura (si se suma la antena de radio que se encuentra en su
cúspide, su altura es de 324 metros). Cuando la construyeron, la torre pesaba
alrededor de 7.300 toneladas, si bien hoy en día se calcula su peso en más de
10.000 (debido al museo, restaurantes, almacenes y tiendas que alberga).
Estaba previsto que la torre alcanzase los 350 metros de
altura, pero los vecinos se alarmaron por la amenaza de que un edificio tan
alto y construido sin apenas piedras pudiera caerse, y se manifestaron,
provocando un cambio de planes. Los 24 últimos metros corresponden a una antena
de radio que fue añadida mucho después.
En la primera década del s. XX, los parisinos mostraron su
descontento con la Torre, que llegó a tal punto que el gobierno dio la orden de
su demolición. Pero su grande y potente antena la salvó de su destrucción, ya
que recibía ondas de radio alemanas, en la Primera Guerra Mundial, la cual
sirvió de gran ayuda a los aliados.
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